TRANSICIÓN: “ME SEPARÉ DE MI PAREJA”


¿Soltería? ¿Y si soy mi mejor match?

Qué difícil es estar en pareja. Y qué difícil es separarse de ella.

Desde que nacemos necesitamos de los otrxs para que nos ayuden con nuestras necesidades básicas y nos enseñen a obtener lo que queremos por nuestra cuenta. El recorrido de nuestra niñez es un ir y venir de información, aprendizajes, dependencia e independencia. De necesitar de otro pero, adquirir habilidades y capacidades que van haciendo que cada vez necesitemos menos.

A medida que vamos creciendo pasamos la niñez y entramos en la adolescencia. Ese momento en que el mundo se pone patas arriba. Donde queremos tomar distancia de aquellas personas que nos fueron marcando el camino para hacer nuestro propio recorrido y tomar nuestras propias decisiones. Construirnos a partir de lo que tenemos, pero hacia aquello que queremos. Es un ir y venir entre dependo y no dependo, quiero y no quiero, elijo y no elijo, necesito y ya no necesito.

La pareja. Estar en pareja. Qué lindo, qué complejo, qué desafiante, qué gran espejo. Todo lo que fuimos aprendiendo a lo largo de nuestro recorrido se pone en práctica en el desafío de encontrarnos íntimamente con otra persona. Primero viendo qué quiero yo, qué deseo, qué me gusta, qué elijo, qué puedo. Para, ahora, encontrarse del otro lado todo lo que otra persona quiere, siente, piensa, elige y hace. Esos mundos que se empiezan a conectar y entrelazar. Un vínculo que se empieza a construir, pasito a pasito, con cada una de las cosas que se empiezan a poner en juego desde el mundo interno de cada uno. Entendiendo lo que uno es, entendiendo lo que el otro es, y por lo tanto, lo que son y quieren ser juntos. Un entramado que comienza a desarrollarse por dos individualidades que deciden y eligen construir juntas. 

Qué complejo. Y si eso no era suficiente, qué difícil cuando por una razón u otra esa pareja decide terminar. Elige separarse y desarmar esa construcción. La entrada y la caída a la individualidad nuevamente. Al ser y hacer por uno mismo. 

Muchas veces nos enseñan a construir vínculos. Pensar en lxs otrxs, tener en cuenta que no estamos solxs, que lo que le pasa al otrx es igual de importante que lo que le pasa a uno. Nos la pasamos buscando las formas de congeniar y entender qué es lo que el otro quiere y siente, cómo podemos hacer para funcionar de manera conjunta. Pero, ¿qué pasa cuando un vínculo tan íntimo se termina? ¿Quién nos enseña a salir de eso? ¿A deconstruir lo construído? ¿A volver a pensar y fijarse en uno? ¿A convivir con el dolor, las dudas, los miedos, las preocupaciones, la incertidumbre, entre muchas otras cosas?

Qué desafiante. Qué difícil puede ser alejarse de alguien. Qué difícil desarmar algo armado. Qué difícil es volver a encontrarse íntima y profundamente con uno mismo. Qué difícil es volver a entender los propios ritmos. Qué difícil es que esa persona ya no esté de la manera en la que estaba. Qué difícil es que esa persona ya no sea lo que era. 

(De superficial/ social a lo profundo)

ROMPER LA PAREJA Y ROMPER LA ETIQUETA (Etiquetas – Identificación y desidentificación)

Las etiquetas. Algo que siempre me quedo pensando. Cómo es que algo tan complejo, como es una pareja, se vuelve algo tan estático y encasillado como un nombre. “Noviazgo”, “novio”, “novia”. Qué difícil el etiquetar y encasillar un vínculo que incluye a dos personas, tan complejas y únicas, funcionando alrededor de un nombre. Y qué difícil puede ser la transición hacia el cambio de ese nombre. Se termina la pareja, por lo tanto ese nombre ya no me encaja ni me identifica más. Paso de estar en pareja, “estar de novix” a “estar solterx”.

¿Y ahora qué hago? ¿Ahora qué puedo hacer? ¿Cómo debería manejarme de ahora en más? ¿Qué puedo y no puedo hacer? ¿Qué debo hacer? Y, en realidad, me pregunto, ¿qué quiero?

Así como construir una pareja lleva tiempo, dedicación, compromiso, comprensión, diálogo, intercambio, entre muchas otras cosas, volver a encontrarse con unx mismo también es un momento de construcción. Desarmar el vínculo armado, volver a lo que unx quiere, llevar toda la atención hacia adentro, escucharnos, comprendernos, ver qué es lo que queremos y qué es lo que no. Así como fue paso por paso construir la pareja, es paso por paso desarmarla para estar disponibles y construir un nuevo vínculo con unx mismo. 

Antes decía que estaba en pareja y significaba un mundo de cosas … Y ahora que estoy “sola” ¿qué significa? 

LAS REDES, MI RELACIÓN ¿Y YO?

“Mirá la foto que subió”. “Esta cortó si o si”. “Me escribió el otro día, ¿habrá cortado o está cagando a la novia?”. “No para de subir videos, mira cómo volvió a la joda”. “¿No era que este odiaba salir?”.

Las redes sociales. UF. Gran compañía para volver al mundo de la soltería y mantenernos entretenidos, la verdad que ayuda. Pero, QUÉ ansiedad. Exponernos en un momento de tanta vulnerabilidad muchas veces puede ser un arma de doble filo. Sin duda nos acerca a otras personas y nos habilita un contacto que, generaciones atrás, seguramente no había. Pero, ¿qué pasa con todas las inseguridades que aparecen? ¿los miedos? ¿la incertidumbre? ¿el no saber? Empezamos a mostrarnos de otra manera, inevitablemente algo cambió, algo ya no es igual. Y por lo tanto el resto lo nota. ¿Qué me pasa a mi con exponerme? ¿Cómo quiero mostrarme? ¿Cómo me muestro? ¿Qué elijo mostrar?

En un momento de transición, de cambio, de caos emocional está bueno recordarnos que podemos estar más susceptibles a todo lo que suceda a nuestro alrededor. Las redes sociales pueden ser una gran herramienta de compañía pero también una gran herramienta de exposición al dolor.

¿Y AHORA QUÉ? (montaña rusa de emociones)

Qué desafío. Cuántas emociones. No podemos dejar de lado que el hecho de separarnos de alguien implica un duelo. Más allá de cuál haya sido la razón por la cual el vínculo se terminó, hay una persona a la que estamos sacando de nuestra vida. O, mejor dicho, hay un vínculo que se está transformando y ya no es de la forma en que era antes.

Tristeza, angustia, enojo, bronca, dolor, alegría, tranquilidad, calma, son algunas de tantas emociones y sentimientos que se pueden poner en juego en estos momentos. Que aparecen de a ratos, todas juntas, por la mañana o por la noche, en la foto que vi o en el recuerdo que me apareció. La famosa “montaña rusa” a la cual me estoy subiendo y nunca tengo muy en claro qué me va a generar ni dónde va a terminar: ¿irá muy rápido? ¿me dejará pies para arriba? ¿Irá con más tranquilidad? ¿me reiré? ¿lloraré? ¿querré bajar? ¿querré volver a subir? ¿cuándo va a frenar? 

Ganas de llorar, ganas de salir, ganas de hablar o de callar, ganas de estar solo o acompañado, de salir a distraerme o de quedarme pensando en lo que pasó. Un sube y baja constante de ganas de hacer cosas distintas en cada momento. ¿Qué necesito? ¿Qué quiero? ¿Cómo puedo acompañarme?

Qué doloroso puede ser alejarse de alguien. Qué complicado sentir tantas cosas que ya no sé cómo seguir. Qué ganas de que todo esto se vaya, arrancarlo, que se termine. Pero, qué tranquilidad sentir y atravesar todas esas emociones y sentimientos y volver a encontrar el amor. El amor hacia mi. Encontrarme a mí en esta nueva yo. 

MI MEJOR MATCH: YO (volver a mi/ reencontrarme)

Qué gran espejo. Cuando la montaña rusa de emociones va terminando empieza a haber un poco de tranquilidad y calma. Empiezan a aparecer otro tipo de procesos. Ya no está todo tan enfocado en lo que fue, es o será. Sino en lo que quedó. En cómo quedé. 

Qué gran espejo puede resultar ser la persona con la que compartí tan íntimamente, ¿no? Eso que veía en el otrx, lo que me molestaba, lo que me marcaba,  lo que le gustaba y no le gustaba. Cuánto aprendizaje puede dejarnos una persona. 

Qué poderoso el momento en que nos animamos a ver qué nos dejó el vínculo. Qué fue lo que me aportó. Qué cosas me gustaban de mi y quiero seguir sosteniendo, y qué cosas no me gustaría volver a repetir. Qué de todo lo que viví me encantaría compartirlo conmigo y con otros y qué cosas no me gustaría que vuelvan a suceder. Porque ya lo viví, ya lo entendí. Porque me animé a encontrarme en ese proceso en el que tanto me costaba estar. 

Qué lindo momento el de empezar a construir un nuevo vínculo. Una nueva pareja. Pero, esta vez, esa pareja soy yo. Porque todo lo que viví con mi pareja anterior, todo lo que transité cuando me separé y todo lo que vino después, fueron solo algunos de los ladrillos que fui poniendo en la construcción de mi propio edificio.

Porque, al fin y al cabo, qué mejor que ser nuestra mejor pareja. Qué mejor que ser la pareja que elegimos. Qué lindo ser nuestro mejor match. 

CARTA A LA SOLTERIA: 
Muchas veces no te entiendo. ¿Cómo queres que me maneje? ¿Se supone que ahora tengo que hacer cosas que antes no quería? ¿Me estás proponiendo que conozca cosas nuevas? ¿Que conozca a otras personas? ¿Que me vincule más conmigo? ¿A qué es que me estás invitando? 
No me queda muy en claro todavía qué queres decirme. No entiendo cómo vincularme con vos jaja. Por momentos me pones muy arriba y por momentos me dejas muy abajo. ¿Encontraré el punto medio? ¿Existe el punto medio? ¿O en realidad siempre existí yo y queres que me conozca de distintas maneras? 

CARTA A MI EX:
Te lloré. Me enojé. Te extrañé. Te vi en todo lo que hacía y en todo lo que quería hacer. Te hablé a través de mis sueños y a través de otras personas. Te compartí con mis amigas y con mis propios pensamientos. 
Me costaste, me costaste mucho. Hiciste que deconstruir lo que habíamos construído fuera el trabajo más desafiante que tuve que hacer. 
Pero, gracias. Habiendo atravesado ese proceso de alejarme de vos me di cuenta que fuiste un gran maestro. Y, hoy, elijo ser mi mejor compañía. Gracias por dejarme algunos materiales para que siga construyendo mi mejor compañía. 

¿TE ANIMÁS A ESCRIBIR TU PROPIA CARTA?

Si llegaste hasta acá te felicitamos, tenés ganas de saber qué hay detrás de lo que nos pasa y cuando obtenemos información tenemos más poder sobre nosotrxs mismxs.
Esperamos que te guste, que lo tomes como un viaje de conocimiento y si tenés ganas compartirnos tu experiencia.

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